Esquizoletras

La palabra escrita es también un dibujo, estandarizado quizá, un trazo que también contiene relatos, secretos, conocimientos, deseos, sueños y magia.

Las letras son esbirros que delinean nuestra realidad; son pequeños manchones que el lenguaje utiliza como cómplices para esta puesta en escena; líneas truculentas se hacen pasar como lo más natural del mundo, pero no tienen nada de natural, son un artificio, al igual que las palabras que forman (la palabra hablada es también artificio). y nos convencen de que estamos hechos de palabras, de conceptos, de juicios y etiquetas.

La magia consiste, según algunas personas, en descubrir la ilusión y utilizar el artificio no para el mero engaño, sino para re-creación constante del mundo. Por eso intenté sobreponerme a la palabra, escrita o hablada, pero no es tarea que deba tomarse a la ligera, pues las letras y sus palabras y sus oraciones y sus discursos son engañosos, pueden ser férreos enemigos, pueden presentarse con el halo de la verdad, de la cita autorizada. Subestimé a las letras y, cuando menos lo esperé, pulularon por las paredes, se arrastraron por las ventanas y me atacaron mientras dormía, arrebatándome el sueño de una vez por todas, llenando mi garganta con gramáticas y sintaxis demasiado conocidas.

La noche aún no termina, y estos manchones me arrebataron los sueños, sólo me quedan palabras para intentar recordarlos pero no es suficiente. Únicamente veo consonantes colgadas de las paredes, vocales pegadas a las personas, tildes y comas volando con el viento y dejándose absorber por los pulmones infantiles.

Las letras, me han herido, pero no acabaron con mi vida. No sé si es motivo de alivio o se trata de una condena. Sólo tengo palabras para poder comunicarme, estoy maldito.